lunes, febrero 27, 2006

Fisuras perredistas

Estrictamente personal
Raymundo Riva Palacio
El Universal
Miércoles 18 de enero de 2006


Fisuras perredistas

No hay plazo que no se cumpla, por lo que la imposición del cacique político del PRD Andrés Manuel López Obrador para imponer a su delfín Marcelo Ebrard en la candidatura del gobierno del Distrito Federal, agrediendo a los grupos políticos perredistas que la buscaban, ya tomó la forma de fisura y amenaza con convertirse en fractura seria en este año clave para la historia política de la izquierda en México. ¿Pero habría de qué extrañarse si López Obrador ha mostrado siempre que el PRD y la izquierda en general, le estorban para sus ambiciones políticas? Por supuesto que no.

Ebrard tuvo en la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal su Principio de Peter; es decir, alcanzó su máximo nivel de incompetencia. Gastó muchos millones de dólares del erario y privados para llevar a la capital a Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York, a implementar el sistema de Tolerancia Cero contra la delincuencia, que nunca pudo operar porque, simplemente, el marco jurídico y la cultura cívica son totalmente distintas entre las dos sociedades. La delincuencia subió, proliferaron los secuestros, los asesinatos y las ejecuciones pasaron a ser noticia doméstica.
Pero lo peor fue que por irresponsable dejó morir a dos policías federales en una comunidad en Tláhuac, donde fueron linchados por una turba. En nada perturbó a López Obrador la catástrofe de su delfín, ni éste tuvo el pudor político de hacerse a un lado por su monumental fracaso. Pero sí dejó que López Obrador, con toda su fuerza y carisma, construyera su candidatura al gobierno del Distrito Federal. Luchadores de la izquierda quedaron en el camino y el candidato presidencial tuvo que negociar con los jefes de la corriente Nueva Izquierda, cuyo líder Jesús Ortega era rival de Ebrard, para que le dejaran el camino solo.
Esa corriente, que controla a 50% del Consejo Político y la mitad de las representaciones estatales, cedió. El pago fue la primera posición plurinominal para el Senado, que recayó en el ex secretario general, Carlos Navarrete, y la coordinación de la campaña presidencial, para Ortega. Para hacer huecos a esa corriente sacrificó a viejas clientelas que en el pasado le sirvieron, en particular la corriente fundada por René Bejarano, Izquierda Democrática Nacional, a cuya esposa, Dolores Padierna, sacaron de las listas plurinominales del Senado.
Durante la gestión de López Obrador, Bejarano fungió como líder en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, convirtiéndose en el operador más eficaz que ha tenido el tabasqueño en el DF.
Desde la Asamblea aprobaron todo lo que quería López Obrador y frenaron todo lo que le afectara, como el Instituto de Transparencia. A través del mayoriteo en la Asamblea -algo de lo que siempre se quejaron de los priístas-, López Obrador construyó un marco jurídico para gobernar, en una deuda continuada con Bejarano y Padierna quienes, pusieron a su disposición sus más de 30 mil activistas para que pudiera alcanzar el gobierno en la capital federal.
Bejarano y Padierna pusieron a disposición de López Obrador durante su campaña para la gubernatura capitalina toda la estructura urbana que construyeron desde 1985, cuando vastos segmentos populares del PRI se pasaron a lo que sería el PRD como consecuencia del mal trabajo político del gobierno durante los terremotos en la ciudad de México.
Ellos hacían todo tipo de trabajo, limpio y sucio, para López Obrador, sin importar el desgaste político, como cuando para apoyar la lucha contra el desafuero, Padierna y un grupo de asambleístas tomaron por asalto la tribuna de la Cámara de Diputados.
El haber sido personajes claves en el entorno íntimo de López Obrador y sus principales operadores políticos, soportando todas las embestidas en su contra derivadas del episodio de los llamado videoescándalos, cuando Bejarano aparece en cámara recibiendo dinero del empresario Carlos Ahumada, actualmente en la cárcel, sin haber involucrado al tabasqueño, parecería haberlos hecho merecedores de cualquier posición política que desearan.
Visto objetivamente, dentro de la lógica política, el sacrificio al que sometió López Obrador a Padierna para pagar los costos de sus alianzas tácticas, lo lleva casi al punto de la traición.
Ese es López Obrador. Hoy traicionó a la pareja Bejarano-Padierna. Hace poco traicionó a quien lo hizo, Cuauhtémoc Cárdenas. Antes traicionó a Rosario Robles, quien como presidenta del PRD lo hizo jefe de gobierno. Lo que tiene de carisma le falta de escrúpulos. Le ha ido bien por su habilidad política, pero no ha dejado de estar cimbrando las bases del PRD durante varios meses. ¿Cuánto más aguantarán?
Sus balances son cada vez más frágiles y el alejamiento de la izquierda más notorio. Faltan seis meses para la elección presidencial, buen tiempo para que repare las cañerías cada vez más abiertas, antes de que se le inunde su casa.

rriva@eluniversal.com.mx
r_rivapalacio@yahoo.com